CHILPANCINGO, GUERRERO. La violencia en Guerrero ha cobrado un nuevo precio. Este domingo, el alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán, fue asesinado, solo tres días después de que el secretario general del Ayuntamiento, Francisco Gonzalo Tapia Gutiérrez, perdiera la vida en circunstancias similares.
El cuerpo de Arcos Catalán fue hallado con su cabeza en el toldo de una camioneta en la colonia Villas del Roble, en el oriente de la capital guerrerense. El hallazgo se realizó alrededor de las 17:00 horas y fue confirmado esta noche por el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno, quien expresó su consternación en redes sociales. “Han asesinado a nuestro alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos, y hace apenas tres días al secretario de este mismo Ayuntamiento, Francisco Tapia. Llevaban menos de una semana en el cargo. Funcionarios jóvenes y honestos que buscaban progreso para su comunidad. Nuestro pésame y solidaridad para sus familias”, escribió.
Los llamados a la acción no se han hecho esperar. La dirigencia del PRI en su cuenta de X condenó el ataque y exigió justicia, clamando por un alto a la violencia que ahoga a Guerrero. “Exigimos justicia por este cobarde crimen. ¡Basta ya de violencia e impunidad! Las y los guerrerenses no merecen vivir con miedo”, publicaron.
La situación es alarmante. Solo unos días antes del asesinato del alcalde, Tapia Gutiérrez había solicitado protección para él y su equipo a la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, así como a la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado. Sin embargo, su súplica fue ignorada, lo que plantea interrogantes sobre la seguridad de los funcionarios en un contexto donde la violencia parece no tener fin.
La Fiscalía General de Guerrero ha iniciado una carpeta de investigación para dar con los responsables de este último homicidio, mientras que agentes de la Policía Investigadora Ministerial y de Servicios Periciales han sido desplegados en el lugar para recabar evidencia y esclarecer el caso.
Con el asesinato de Arcos Catalán, se rompe un nuevo techo de cristal en el ámbito de la política local, dejando claro que la violencia en México sigue desbordándose y que la ingobernabilidad es una realidad palpable. La sociedad guerrerense, así como el resto del país, observa con preocupación cómo la lucha por el progreso se ve ensombrecida por el temor y la impunidad.
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