México.- En un país donde la corrupción parece ser moneda corriente, los recientes señalamientos hacia la ex directora general adjunta de la Agencia Nacional de Aduanas y Directora General Adjunta de la Secretaría de Economía, Lorena Urrea García, despiertan una vez más la indignación pública. Su presunta complicidad en facilitar la entrada de fentanilo a través de las aduanas marítimas durante su estancia en las aduanas del país, revela una red de corrupción que ha permeado incluso las instituciones encargadas de resguardar la seguridad nacional.
Bajo la administración de Urrea García, las aduanas de Lázaro Cárdenas, Veracruz y del aeropuerto de la Ciudad de México se convirtieron en focos de corrupción y tráfico de fentanilo. Los administradores de estas aduanas, Otañez Calza, Toledano Castell y Torres Chávez, fueron despedidos por su negligencia y participación en escandalosos casos de tráfico, bajo la supuesta protección de Horacio Duarte y Madero Larios.
Las acusaciones no se detienen ahí. La candidata de la oposición, Xochitl Gálvez, ha expuesto una aparente vulnerabilidad en el entorno del Almirante Secretario de Marina, Ojeda Durán, señalando que no tiene idea sobre el ingreso del fentanilo en México en las aduanas del país.
Esta situación pone en tela de juicio la integridad de una institución tan prestigiosa como la Marina, que se ve envuelta en controversias de índole política.
Es pertinente preguntarse: ¿dónde está la lealtad del Almirante Secretario, al pueblo Mexicano? ¿Por qué no se desmienten las acusaciones de Gálvez en los medios de comunicación? ¿La relación cercana entre el Almirante y el ex canciller Marcelo Ebrard, lo hacen propenso a favorecer a la oposición para darle reflectores y desestimar a la candidata del partido del poder, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo?
Urge que el Almirante reciba apoyo y orientación necesaria para enfrentar este desafío político y centrarse en su labor al frente de la Secretaría de Marina – Armada de México, por el bien del pueblo mexicano.
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