sábado, octubre 5, 2024
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Las últimas horas de Rodolfo…

Cuando Rodolfo estaba marcando el número del teléfono de “Neto” Robinson para felicitarlo por su cumpleaños, un fuerte impacto sacudió la camioneta en que viajaba junto con Enrique Blackmore, Enrique De la Garza y Alejandro Martínez, El Bolillo. El celular cayó de sus manos, y mientras se recuperaban por el golpe, una voz del exterior le gritó y ordenó: ¡Bájese!.

 

Hace ocho años fue asesinado el candidato a Gobernador del PRI Rodolfo Torre, un crimen que hasta hoy no ha sido aclarado, ni su hermano Egidio Torre, como gobernador, pudo hacerlo.

-“Esto es una confusión. Déjenme arreglarlo”, dijo el candidato a gobernador.

Bajó de la camioneta, todos lo hicieron al mismo tiempo. Rodolfo se identifica, y el hombre que le había ordenado bajarse, respondió con un “ya se”.

Todos fueron tirados al suelo y vino la ejecución. Ahí se acabó la vida y terminó el sueño acariciado por años por Rodolfo y muchos tamaulipecos. Sobre el asfalto quedaron sin vida Rodolfo Torre, Enrique Blackmore y los escoltas Luis Gerardo Zubiate, Rubén López Zúñiga y Francisco López Catache. Sobrevivieron al ataque Alejandro Martínez, Enrique de la Garza y un escolta.

La acción fue quirúrgica, cronometrada; bastaron menos de dos minutos para consumar la ejecución.

“Los alcanzan, los cierran, los bajan, los tiran al suelo, los ejecutan, y se van”. -“Así fue”, recuerda uno de los peritos de la PGR que participó en el levantamiento de las evidencias en el lugar de los hechos.

“Lo hicieron perfectamente bien. Sabían exactamente qué hacer: cómo, cuándo y dónde; todo estuvo calculado; no dejaron sobrevivientes por error; Iban por el candidato”.

8 años después del crimen, todo sigue igual, el expediente ha pasado de mano en mano en la Procuraduría General de la República. Estuvo en poder de la Fiscalía designada para el caso, después pasó a Averiguaciones Previas, la turnaron a la ex SIEDO, y al parecer está guardado en la oficina de la Coordinación de Asesores de la Procuraduría. Ahí estaba el expediente, la última vez que se revisó en el 2015.

No hay detenidos y no hay indiciados a pesar de que fueron llamados a declarar más de 300 personas entre ellos los ex gobernadores Eugenio Hernández, Egidio Torre, Beba, esposa de Rodolfo, todo su comité de campaña, candidatos opositores, líderes de partidos y hasta un jefe de alto nivel del crimen organizado. Las declaraciones de todos quedaron registradas en 11 tomos de mil fojas cada uno.

Se han tejido historias de todo tipo sobre los posibles autores del crimen, pero todas son falsas, revela uno de los fiscales de la PGR entrevistados para este reportaje.

LAS ÚLTIMAS HORAS

El 28 de junio del 2010, Rodolfo Torre Cantú, tenía en su agenda dos cierres de campaña: en Valle Hermoso a las 5 de la tarde, y en Matamoros a las 8 de la noche. Para todos había tareas asignadas en esos dos eventos, y para el mega-cierre que sería en ciudad Victoria el 30 de junio.

El estado de ánimo de Rodolfo Torre Cantú era contagioso: Sonreía, animaba y motivaba a todos; estaba seguro del triunfo, pero quería ganar todo: alcaldías y diputaciones, “mi negrito, ya estamos cerquita de la victoria, tenemos que llevarnos el carro completo”, dijo a Ricardo Gamundi, líder del PRI, el domingo 27, después de presentar en el Polyforum “Sus compromisos por Tamaulipas”.

Futbolero de corazón, después de salir del Polyforum, Rodolfo invitó a toda la estructura de Victoria al Centro Cívico a ver el partido México-Argentina. A pesar de la derrota de 3-1, el candidato no perdió su buen humor y se alistó con todas las figuras del priismo estatal al cierre de campaña en Altamira y Tampico. La elección en el puerto era lo único que le quitaba el sueño. Magda Peraza se había ido al PAN después de que se dijo maltratada por el priismo y las encuestas la colocaban por encima de Miguel Manzur, candidato priista que no era bien visto por las bases, pero los intereses de los grupos en Victoria y en el sur, lo respaldaban. Por eso, Rodolfo llegó con toda la plana mayor del partido para arropar a Manzur que a la postre perdió la elección a manos de Magda, quien hasta la fecha, hoy compite por el PRI para su reelección en Tampico.

El cierre de Tampico y Madero se hizo en el Estadio Tamaulipas. Hubo desorganización, el lugar no se llenó; los errores de los equipos de campaña en ambos municipios no cumplieron las expectativas, lo que obligó a Rodolfo ordenar a Jaime Rodríguez y Salomón Rosas, enlaces en el puerto a que regresaran el lunes 28 de junio a corregir las fallas.

Al final del evento en el puerto, Rodolfo ordenó para cenar en el camino de regreso a Victoria, unas “tortas perras”, eran sus preferidas cuando iba al sur.

En el aeropuerto ya en el avión donde lo acompañaban, Beba su esposa, Gamundi, Enrique Blackmore, Manuel Muñoz, El Bolillo, y Ramiro Hernández delegado del CEN, el tema del que se habló, fue el cierre de Tampico.

Durante el vuelo se revisó la agenda del día siguiente: los cierres en Valle Hermoso y Matamoros, y la conferencia de prensa de los lunes, en donde Ricardo Gamundi informaría dos cosas: El resultado de la última encuesta que colocaba a Rodolfo Torre con 68 puntos, y al candidato del PAN, José Julián Sacramento con 12 puntos. Era el candidato a gobernador de todos los que competían en el país, con el porcentaje de preferencias más alto. Sería una elección ejemplar. El otro tema era anunciar que se iba por el “carro completo”.

Después de resolver estos encargos, el lunes por la mañana, Gamundi, Manuel Muñoz, Edgardo Mehlem, Lupita Flores, Ramiro Hernández, Rodolfo les dijo: “los espero en la frontera para el cierre”.

En la casa de Rodolfo se trabajó, después de regresar de Tampico hasta muy noche. Se acordó que por la mañana, volarían en el avión a Valle Hermoso: El candidato, Beba su esposa, Enrique Blackmore y Alejandro Martínez, El Bolillo, y Enrique de la Garza Montoto, nadie más. Quique De la Garza, fue incluido de último momento al cierre de Valle Hermoso y Matamoros, “Háblale a mi cuñado Quique y dile que nos acompañe al cierre”, le ordenó Rodolfo al Bolillo. Así se incorporó al grupo en la mañana.

Muy temprano el lunes 28 de junio, en casa, como era su costumbre, Rodolfo, almorzaba con la familia, o con algún invitado especial. Era un hombre de hogar, que disfrutaba a sus hijos y su esposa. A pesar de sus múltiples compromisos, nunca permitió quitarle tiempo a su familia. Jamás durmió fuera de casa. Si lo sorprendía la noche en un evento, a esa hora, tomaba el camino a Victoria; así estuviera en Laredo o Madero, siempre llegaba a dormir a casa.

Esa mañana alrededor de las 7:30, desayunó con un amigo personal con quien tenía años de no ver. Jugo, café y quesadillas de Las Tres Marías que ordenó traer para comer con el amigo, fue su último alimento. El Bolillo, inseparable, fiel a todo, fue, como todos los días, y todas la horas el primero en llegar, después lo hizo Quique de la Garza y Enrique Blackmore. Los escoltas ahí estaban, siempre.

Pasaban de las 9:30, y empezó la movilización para el traslado al aeropuerto. A las 10:00 todos estaban a bordo, cuando se despedía de Beba y se enfilaba a la camioneta, recordó que no le había dado el beso de despedida a Rodolfito su hijo que se había dormido tarde la noche anterior. Regresó, le dio un beso y salió.

Beba, Paulina, Laura y Rodolfito lo alcanzarían en otro avión en Matamoros.

-“No falta nada, ¡vámonos!”, expresó Rodolfo. Las camionetas en marcha enfilaron hacia el libramiento. Una cámara de la Procuraduría de Justicia, alcanzó a registrar el paso del candidato y de un auto Pointer rojo que ya iba atrás del convoy. En el interior empezó a revisar los pendientes. Era una costumbre de Rodolfo marcar por teléfono a los amigos y conocidos que cumplían años. La primera fue la mamá de Enrique Blackmore que justo el 28 de junio cumplía años. Blackmore le pasó la llamada y Rodolfo le mandó un abrazo y un beso. Fue muy emotivo el saludo.

-¿Quien más cumple?, preguntó.

El doctor Alejandro González, también recibió en ese momento la llamada del candidato para mandarle un abrazo. Al dejar el libramiento y enfilar al aeropuerto, ya sobre la carretera a Soto la Marina, nadie se percató que a corta distancia, los seguían el Pointer rojo, una camioneta Van y una suburban verde. Cuando marcaba el número telefónico de “Neto” Robinson para felicitarlo por su cumple, se produjo el impacto contra la camioneta. Todo fue en fracción de segundos, apenas un escueto intercambio de diálogos, y la vida se acabó para Rodolfo Torre, Enrique Blackmore, y los tres escoltas. La pesadilla, el dolor, la indignación, apenas empezaba para Tamaulipas.

DEL PROYECTO A LA TRAGEDIA…

Los primeros días de octubre del 2009, Rodolfo Torre, empezó a recibir señales claras de que él sería el candidato del PRI a la gubernatura en el 2010. Así las entendió y fiel a sus principios y a su discreción se guardó esas señales.

-“No lo comentes ni con Beba, tu esposa. Porque si esto trasciende, no habrá más encuentros, ni charlas, ni consejos. Y puede que la decisión se cambie y se vaya en otra dirección”.

-“No te preocupes, la discreción y toda la lealtad va para el gobernador. Yo hago lo que me digan”, fue la respuesta y compromiso de Rodolfo en ese momento, con quien solía verse todos los días y platicar temas del gobernador.

Rodolfo Torre, daba la impresión que era un hombre ordinario, que no tenía alcances ni proyectos a futuro, fuera de lo que era la gubernatura, pero una mañana, ya en el proceso de construcción de lo que era su virtual candidatura, sorprendió con una confesión al enviado de Eugenio.

-“Tamaulipas debe sonar fuerte en todo México”. ¿Cómo?.

Así lo explicaba:

.”Necesitamos nuestro Atlacomulco tamaulipeco para trascender políticamente en el Estado y en el escenario nacional. Hay que ir formando cuadros políticos jóvenes para construir proyectos y seguir en el poder. El líder del grupo debe ser Eugenio, a quien primero, hay que proyectar como senador en 2012. Que se acaben los grupos regionales y que surja uno grande, donde estén ex gobernadores, ex senadores, ex alcaldes, ex líderes del partido. No es una locura; se puede lograr. Portes Gil lo hizo, otros grupos políticos de otros estados lo han hecho y han trascendido, y escalado posiciones de poder nacional”, decía.

“Es una visión muy chingona, pero es muy difícil que prospere”, expresó Eugenio cuando conoció las ideas futuristas de Rodolfo.

La candidatura de Rodolfo nunca estuvo en duda. Eugenio, algunas veces mandaba señales de distracción, pero era el más popular, el mejor posicionado, el que entendía las tareas del Estado en ese momento, por eso el gobernador le hizo los encargos y las tareas más importantes con los líderes políticos nacionales en ese momento.

En el primer círculo de Eugenio, que aceptaron hablar para este reportaje, coinciden que solo una cosa le preocupaba al gobernador de Rodolfo:

-“Era demasiado bueno, a nadie le decía que no, con nadie se peleaba, y en política, eso a la larga es malo. Aquí se tiene que tener algo de maldad; ser cabrón. Rodolfo tiene todo, pero eso no se le da, esa es su naturaleza, pero con el tiempo y el poder, se volverá cabrón”, confiaba Eugenio.

EL DOLOR, EL DRAMA Y LA UNCIÓN DE EGIDIO

Del radio Matra, cuya frecuencia compartían todos los integrantes de la campaña, hasta el gobernador Eugenio, y todos los primeros mandos de los cuerpos de seguridad, escapó una primera alerta:

-“Hay un altercado de los escoltas del candidato, con desconocidos”.

En segundos, de la misma frecuencia del Matra, volvió a escucharse:

-¡Atentan contra el candidato!. ¡Atentan contra el candidato!”.

Todas las llamadas apuntaban hacia palacio de gobierno con Eugenio Hernandez que acababa de llegar de los honores a la bandera celebrado en la Secretaría de Turismo. Una moda que se impuso en los últimos tres años del sexenio.

Ricardo Gamundi, que estaba en Los Ebanos, donde había citado a los medios para dar su conferencia de los lunes. Llamó al teléfono de Enrique Blackmore, pero ya no contestó: estaba sin vida. Marcó al “Bolillo”, y este le alcanzó a contestar diciendo que los habían matado a todos y que mandara ambulancias. !Ayuda!, !Ayuda!, alcanzó escuchar del otro lado de la línea. El líder del PRI llamó al gobernador para confirmar la mala noticia.

Manuel Muñoz Cano, Coordinador de la campaña, con problemas de insuficiencia renal, se dializaba en el Hospital General. Justo cuando lo desconectaban de la máquina dializadora, recibe la llamada del atentado. Se enfila a casa de gobierno e instruye a Herminio Garza, director jurídico de la campaña a que se vaya al lugar de los hechos. En tercer piso de palacio todos corrían. En el trayecto hacia la esquina del poder el Mayor Espinosa, jefe de seguridad del gobernador gritaba alarmado: ¡Candidato muerto!, ¡Candidato asesinado!.

En la oficina del gobernador, antes que llegaran todos, Eugenio estaba de espaldas a su escritorio, con la mirada perdida en dirección a la ventana. Estaba en shock, sin palabras.

La primera llamada que contestó en su teléfono después de la noticia de la muerte del candidato, fue de Felipe Calderón. Tras recibir el pésame del presidente, este le ordenó tajante:

-“Hay que suspender las elecciones. No puede haber elecciones así”.

La reacción de Eugenio fue atropellada y balbuceante, pero sin una respuesta afirmativa.

-“Vamos a ver primero a la familia, a darle el pésame. Yo no puedo pensar ahorita en suspender elecciones”, le dijo a Calderón.

En el despacho del gobernador, ya estaba Mario Ruiz Pachuca, Toño Martinez, Morelos Canseco, Ricardo Gamundi, Jaime Rodriguez, Coché. La crisis estaba en su nivel máximo.

-¡Vámonos de aquí!, ¡Vámonos a Casa de Gobierno!. la prensa ahorita nos va a tumbar la puerta. Vámonos rápido!. Fue la recomendación, y así salieron en tropel todos rumbo a Casa de Gobierno.

En el trayecto, Eugenio, dice, esperen, quiero ir a ver a Beba a darle el pésame. Afuera en casa de Rodolfo, esperaba El Güero Assad y Paty su esposa. Adriana ya se había incorporado al grupo. También Manuel Muñoz llegó. Fueron 10 minutos de abrazos y lágrimas. Al salir, Eugenio volvió a cambiar el trayecto del viaje.

-Ahora quiero ir a darle el pésame al doctor Egidio, y a Egidio. Ya ahí, sólo se fue con Coché, su secretario particular, pero antes, ordenó que todos se fueran a casa de gobierno, y con un encargo principal:

“Vean el tema de la sustitución”. A Eugenio le sacudían en la cabeza las palabras de Calderón: La cancelación de las elecciones, y el candidato sustituto.

En el camino a la casa del doctor Egidio, en su Blackberry, Eugenio recibe un mensaje de Mario Ruiz Pachuca:

“No pierdas de vista a Egidio. Es tu amigo, es tu brother, ha sido tu socio, y es hermano de Rodolfo. Ah, y está elegible, jurídicamente está elegible. Considéralo”.

Eugenio, respondió con un: “¡Yeeeesssssssssssssssssssssss!” larguísimo.

Cuando Eugenio estaba de acuerdo con algo, solía responder de esta manera.

Los otros nombres que se mencionaron en ese momento: Oscar Almaraz, Manuel Muñoz Cano, Ramon Garza Barrios, El Güero Assad, no estaban elegibles. Estaban en cargos, no habían pedido licencia y no podían ser considerados para el cargo.

Es falso que Eugenio haya ofrecido la gubernatura a Egidio, cuando fue a dar el pésame al doctor Egidio, y al mismo Egidio, como se especula. Eso ocurrió después del homenaje de despedida de Rodolfo en el Polyforum el 29 de junio.

A las 12:05 P.M, en el lugar del crimen, los cuerpos de Rodolfo, Blackmore y los escoltas fueron levantados y llevados para hacerles los servicios forenses. Con la temperatura arriba de los 34 grados, no podrían dejar más tiempo los cuerpos, explicaron los peritos de la Procuraduría de Justicia al grupo de peritos de la PGR que llegó al filo de las 12:30 al lugar. Alejandro Martínez el Bolillo y Quique de la Garza ya estaban en el Hospital General. Los doctores, encabezados por Jorge Salinas, trataban de salvarles la vida.

-Tras el pésame a los “Egidios”, Eugenio regresó a Casa de Gobierno y lo primero que preguntó al grupo fue: ¿Cómo van?.

Se dirige a Morelos Canseco y le pregunta.

-Haber licenciado, ¿Puede haber candidato sustituto?.

-“Sí. Perfectamente sí puede haber candidato sustituto”.

Eugenio se disponía a recibir al Secretario General del PRI, Jesús Murillo Karam, y a los gobernadores priistas del país y a los líderes de los sectores que ya venían en camino a Tamaulipas.

En ese momento, el nombre de Egidio, vuelve aparecer en la conversación en un privado de la casa de Gobierno.

“Si Egidio no es, van a decir todos que tu lo mandaste matar, y en estos momentos, no es irte por una decisión para poner a uno de los tuyos. Es una decisión de Estado. Si no pones a su hermano, te van acusar toda la vida de que tu lo mandaste matar. Si quieres eso?. Entonces pon al que tu quieras”.

En eso estaban cuando Murillo Karam irrumpe de forma atropellada en la oficina del gobernador.

-“Haber gobernador, la presidenta viene en camino (Beatriz Paredes), y vienen en camino todos los gobernadores. Quiero decirte gobernador que la decisión que tu tomes, será respaldada por todos”.

Sobre la llamada de Calderón de suspender las elecciones, Murillo Karam, dijo a Eugenio.

-¡A chingar a su madre!, la decisión está en tus manos. Y me dice Beatriz, que ella respetará todo lo que decidas, incluso quien sustituya a Rodolfo.

Ya en la tarde, tras un encuentro con todos los gobernadores y los sectores, se emitió un comunicado condenando el crimen y pidiendo que el proceso electoral no se suspendiera. Jorge Luis Navarro, Presidente del IETAM, salió a anunciar el martes 29 que “sí habría elecciones”.

Después de la reunión con los gobernadores, el tema “Egidio” volvió a salir.

-“Estoy con el plan. No lo sabe Egidio, lo sigo valorando”, volvió a repetir Eugenio.

La noche del lunes se hacía vieja, y no había consenso sobre quien sería el orador en el homenaje del polyforum. Egidio se apuntó para hablar, pero había otros que estaban en desacuerdo, “Hay que cuidarlo, no se nos vaya a quebrar y lo necesitamos fuerte para lo que viene”, decían. Al final, ya casi en la madrugada del 29 de junio, se coincidió que sería Egidio quien hablara en el homenaje.

“EL ALMA ROTA” DE EGIDIO

En el polyforum, donde 24 horas antes, Rodolfo Torre Cantú en medio de aplausos y apoyos anunció sus “compromisos con Tamaulipas”, regresó ahí, con Enrique Blackmore y tres escoltas, en un ataúd, en medio del dolor y lágrimas de cientos que no daban crédito aún a lo que estaba ocurriendo.

Ahí Egidio, estaba sin saberlo, aceptando tomar la bandera y la causa de su hermano:

“Nos partieron el corazón, nos arrancaron el alma, y si Tamaulipas y México están agraviados, ¡imagínense cómo estamos nosotros!; si Tamaulipas y México tienen coraje, ¡imagínense cómo está su padre, Beba su esposa y sus hijos! ¡Imagínense como estoy yo, Rodolfo era mi hermano. Tengo el alma rota!”.

-“Lo hizo muy bien. Nos ayuda en la decisión”, dijo Eugenio, al final del homenaje.

A las 7 de la noche, del 29 de junio del 2010, en la víspera de que el huracán Alex descargara toda su furia en Ciudad Victoria y el centro del Estado, Eugenio citó a Egidio a casa de gobierno. En la antesala del salón Rosa, estaba Rosa su hermana, Susana Hernández y más familia. Fueron 10 minutos lo que duró el encuentro. Egidio pidió tiempo para dar una respuesta y se fue. Al poco rato regresó con la respuesta de “sí acepto”.

En ese momento, las palabras de Egidio quedaron para la historia:

-“Eugenio toda mi lealtad para ti. Toda la vida, toda mi lealtad será para tí”.

Contra lo que se especuló, nunca hubo nadie más con posibilidades de ser. Tampoco nadie, ningún actor político nacional abogó por nadie más. Egidio, siempre estuvo ahí, como Rodolfo, siempre en la decisión final.

La noticia se filtra a Joaquín López-Dóriga, y es bien recibida por todos los actores.

Pegó el huracán Alex, devastó la ciudad, hubo elecciones y Egidio en vida, y Rodolfo sin vida, ganaron la gubernatura con una votación histórica.

Fuente: La Talacha Noreste.

 

 


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