La feroz lucha por el control del Cártel de Sinaloa entre “Los Chapitos” y “La Mayiza” ha llevado al estado a una crisis de violencia sin precedentes. Este conflicto, que combina traiciones, estrategias de guerrilla urbana y una disputa por rutas de tráfico y laboratorios de drogas sintéticas, muestra el grado de fragmentación de una de las organizaciones criminales más poderosas del mundo. Mientras las balas retumban en Sinaloa, la respuesta de las autoridades se muestra insuficiente, y la población civil paga el precio.
La ruptura que desató el caos
La relación entre los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, conocidos como “Los Chapitos”, y los operadores de Ismael “El Mayo” Zambada, agrupados en “La Mayiza”, se fracturó tras lo que se percibe como una traición que facilitó la entrega de “El Mayo” a las autoridades. Esta división ha encendido una guerra interna marcada por:
- Disputas económicas: El control de las rutas hacia Estados Unidos y los laboratorios de fentanilo y metanfetaminas son los principales puntos de fricción.
- Revancha personal: La percepción de traición ha intensificado la violencia en una pugna por el dominio absoluto.
La guerra moderna del narcotráfico
Ambas facciones han adoptado tácticas que dificultan el enfrentamiento directo por parte de las fuerzas armadas. Operan con células móviles que se mezclan entre la población civil, lo que complica la identificación y neutralización de sus líderes. Emboscadas, ataques quirúrgicos y control territorial son las herramientas que emplean para mantener y expandir su poder.
El papel de los aliados externos
Se sospecha que “Los Chapitos” cuentan con el apoyo del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), fortaleciendo su capacidad bélica y logística. Por otro lado, “La Mayiza” posee un ejército más organizado y armado, con dominio consolidado en varias zonas clave de Sinaloa, incluyendo rutas estratégicas hacia Estados Unidos y Europa.
La ineficacia de las autoridades
El despliegue de más de 10,000 elementos de las fuerzas armadas en Sinaloa no ha logrado contener la violencia. Los enfrentamientos no son masivos, sino fragmentados, lo que exige un enfoque basado en inteligencia y operaciones precisas. Sin embargo, la colusión de funcionarios locales con los cárteles sigue siendo un obstáculo significativo para una respuesta efectiva.
Propuestas ignoradas: Operativos como el “Enjambre”, que han demostrado éxito en otras regiones al atacar células criminales y redes económicas, podrían ser adaptados para Sinaloa, pero no hay señales de que se estén implementando estrategias similares.
El impacto en la población
La violencia ha devastado el tejido social de Sinaloa. Comunidades enteras viven bajo el miedo constante, mientras que la migración forzada y los efectos psicológicos de la guerra han paralizado actividades económicas y debilitado la estructura familiar. La “Pax Narca”, acuerdos tácitos que mantenían la calma en el pasado, es ahora un recuerdo distante.
¿Hay salida para Sinaloa?
Resolver este conflicto exige un enfoque integral que trascienda la fuerza militar. Es necesario:
- Desarticular redes económicas: Identificar y cortar los flujos financieros que sostienen a ambas facciones.
- Depurar instituciones: Erradicar la colusión entre el narcotráfico y funcionarios locales.
- Ofrecer alternativas económicas: Proveer opciones legítimas y sostenibles a las comunidades que dependen del crimen organizado.
Mientras el narcotráfico siga siendo una fuente económica vital para muchas regiones de Sinaloa, la violencia no cesará. La solución no solo está en las balas, sino en reconstruir las oportunidades y esperanzas de un estado que hoy se desangra.
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