La noche del ataque en el bar “El Cantarito” en Querétaro, la violencia tomó un giro escalofriante: un comando armado irrumpió alrededor de las 10:30 de la noche, ejecutando a 10 personas y dejando heridas a 13 más. Fuentes de inteligencia de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) apuntan a que el atentado tenía un objetivo claro: Fernando González Nuñez, conocido como “El Fer” o “La Flaka”, presunto líder regional del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en la zona.
Según la información del Cuarto de Objetivos Prioritarios, “El Fer”, originario de Jalisco y operador del CJNG, era un actor clave en la red de negocios ilícitos en Querétaro. Su influencia se extendía a la administración de bares y locales en el municipio, así como al tráfico de huachicol en la región del Bajío. Las investigaciones señalan que Fernando González Nuñez había sido detenido en al menos dos ocasiones, pero, tras ser liberado, su poder en el submundo criminal creció, despertando rivalidades intensas.
Rencillas mortales: CJNG vs. Cártel de Santa Rosa de Lima
La lucha por el control del Bajío ha sido terreno fértil para la violencia entre el CJNG y el Cártel de Santa Rosa de Lima. Estas rencillas, originadas por el control de negocios ilícitos y territorios estratégicos, habrían escalado al punto de culminar en el ataque directo a “El Fer” y a quienes lo acompañaban esa noche en “El Cantarito”. Fuentes de SEDENA no descartan que otro grupo, aún no identificado, pudiera estar involucrado en este ajuste de cuentas.
El blanco: un operador de alto perfil en Querétaro
Fernando González Rivera era considerado una figura de peso en el entramado del CJNG en la zona. Además de coordinar actividades delictivas, se encargaba de la administración de varios bares y negocios locales que fungían como puntos clave en la estructura de lavado de dinero del cártel. Su estatus dentro de la organización lo convirtió en un objetivo de alto perfil, tanto para sus rivales como para las fuerzas de seguridad.
La Fiscalía General del Estado y la SEDENA continúan investigando el atentado, recabando pruebas y analizando los móviles detrás de esta embestida, que dejó una estela de muerte y heridos en uno de los puntos neurálgicos de la ciudad. Aunque la presencia de Fernando González en Querétaro era conocida por las autoridades, las redes que tejía y la protección que le permitía operar con relativa libertad han levantado serias dudas sobre la capacidad de contención de las fuerzas locales.
Un tercer actor: la sombra de un nuevo jugador en Querétaro
Aunque el CJNG y el Cártel de Santa Rosa de Lima han dominado la disputa en la región, las autoridades no descartan que un tercer grupo esté usando el conflicto para ajustar cuentas y debilitar a los principales operadores en la zona. Este atentado, además de exhibir la brutalidad de las organizaciones, revela el vacío de poder y la permisividad con la que estos actores operan en el Bajío.
El ataque en “El Cantarito” es un recordatorio de que, mientras no se tomen acciones firmes para desarticular a estos grupos, los enfrentamientos serán cada vez más sangrientos y la vida nocturna y pública de Querétaro estará bajo la amenaza constante de la violencia criminal.
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