“El Nini llevaba, más o menos, medio año desobedeciendo las instrucciones de sus jefes, quienes le pedían que fuera más prudente para no ‘calentar la plaza’. Se paseaba por la capital sinaloense en vehículos de lujo y hacía fiestones en el norte de Culiacán.
Tiraba balazos al aire y se rodeaba de mujeres que bien podían ser contras u ‘orejas’”, narra uno de los autores del informe militar.
Peor aún: entusiasmado por la fama y fortuna de uno de sus más allegados, el cantante de corridos tumbados Peso Pluma, se soñó a sí mismo con dos oficios incompatibles: capo criminal e influencer.
Dos amos a los que no se puede servir al mismo tiempo.
En el documento elaborado por elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) aparece un dato que demuestra las ganas de Néstor Isidro Pérez Salas por sobresalir: el día de su detención, miércoles 22 de noviembre.
El Nini habría relajado sus estrictos protocolos de vigilancia que incluía policías de tránsito de Culiacán porque estaba festejando el lanzamiento de un corrido con su historia criminal que pagó al grupo Los Tucanes de Tijuana, quienes han sido vinculados al crimen organizado por el ex secretario de Seguridad Pública tijuanense Julián Leyzaola.
“El Nini pidió su propio corrido cuando supo que su compadre El Flaquito se mandó a hacer un corrido con Los Tucanes de Tijuana. Fue muy obsesivo para que Los Tucanes hicieran el corrido, quería ver la letra, quería escuchar la tonada, quería controlar todo. Tenía muchas ganas de ser famoso y así no es el negocio”, cuenta la fuente consultada.
La mejor estampa de que Los Chapitos estuvieron de acuerdo con la caída del Nini, es que otro de sus amigos famosos, el cantante Natanael Cano, dio ese mismo miércoles y sin problemas un concierto en el palenque de Culiacán, a donde acudió gran parte de la chapiza.
En lugar de encontrar un ambiente tenso o de enojo por el arresto de Néstor Isidro Pérez Salas, militares vestidos de civiles percibieron algarabía por su detención y futura extradición hacia Estados Unidos.
“¡Salud por el traidor!”, gritó un asistente, según lo anotado por un elemento de Sedena que hacía labores de vigilancia. Inmediatamente, tronaron aplausos y aullidos.
No hacía falta especificar quién era el desobediente: ese miércoles no había otro tema de conversación en Culiacán que El Nini rendido en ropa interior sobre el techo de una vivienda en la colonia Colinas de la Rivera.
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