Las pandillas en Hermosillo existen, pero quedan pocas y han evolucionado ya que la forma de operar es totalmente diferente a como lo hacían en la década de los 90’s, según coincidieron expertos en el comportamiento de jóvenes.
Fue en la época del «rap» y el «hip-hop» que la capital sonorense adoptó el gran fenómeno estadounidense, que revolucionó y marcó una época de lucha constante por combatir la inseguridad, pero aún así era mucho más «light» que la que se vive actualmente.
Autoridades municipales han externado que las pandillas en la ciudad no existen, ya que los delitos que se cometen son por personas que lo hacen individualmente y en ocasiones en grupos de dos o tres.
Algunos hermosillenses opinan lo contrario, en especial quienes viven en las colonias con mayor incidencia delictiva como El Mariachi, 5 de Mayo, Cañada de los Negros, Tierra Nueva y Villa Verde.
En la madrugada del pasado 22 de agosto, un grupo de aproximadamente 17 jóvenes, que pertenecen a la colonia Cañada de los Negros, en respuesta a una supuesta agresión que sufrió uno de los miembros de su grupo, quebraron los cristales de 28 automóviles que estaban estacionados en la vía pública.
La administración policial en ese entonces aseguró no haber tenido conocimiento del hecho, aún cuando los afectados afirmaron que llamaron al 911. Los policías acudieron tres horas después.
En las entrevistas que se realizaron en la zona, comentaron que había sido por un enfrentamiento entre barrios contrarios y los «platos rotos» los tenían que pagar ellos.
Aunque se dice que a los grupos delincuenciales no se les puede llamar pandillas, pues no cumplen con las características de hace tres décadas; en las paredes de algunas colonias se siguen apreciando leyendas como: MBL (Mariachi Barrio Loco), JBL (Jardines Barrio Loco), JL (Jacinto López), PBI (Puro Barrio Insurgentes) y 500’s.
«Claro que hay pandillas, aquí se la llevan los chamacos y si vienes en la noche puedes verlos reunidos en la cancha y se pelean con los de la Cañada, son niños y niñas, andan con palos y machetes», comentó «Juanita», vecina de El Mariachi desde hace 53 años.
Destacó que tanto en la 5 de Mayo, como Cañada de los Negros, hay grupos que se confrontan; tal vez no como en la década de 1990, pero con comportamientos similares, como robar, asaltar, delinquir y causar terror en los ciudadanos.
MÁS SANGUINARIOS
Francisca Ofelia González Gil, mejor conocida «Mamá Chola», señaló que las pandillas siguen existiendo en Hermosillo, pero operan de manera distinta. Hay unas cuantas, pero sus miembros se volvieron más «sanguinarios» y violentos, y viven perdidos en el consumo del «crystal».
«Antes había entre la juventud mucha lealtad entre ellos, se cuidaban unos a otros, ahora no; quizá sea por la droga del ‘crystal’, que la mayoría de esos jóvenes lo usan, por ser una droga muy barata la están consumiendo.
«Tampoco hay esa hermandad que había anteriormente», dijo, «pero sigue habiendo pandillas, incluso aquí tenemos la de los 500’s, sigue existiendo».
LAS DROGAS, EL PARTEAGUAS
Omar «Tato» Balderrama, director general de Amor y Convicción A. C., externó que el consumo y venta de drogas fue «el parte aguas» que extinguió casi por completo a las pandillas, las cuales estaban conformadas por grupos de jóvenes rebeldes.
Explicó que entre otras cosas, el propósito de las pandillas era defender su barrio, confrontar a grupos de barrios contrarios e inclusive el consumo y la venta de drogas, pero todo cambió cuando el tipo de drogas también evolucionó.
Explicó que las pandillas surgieron décadas atrás, con los grupos de «chicanos» que albergaban las cárceles norteamericanas y que eran sometidos por sus compañeros «gringos», debido al racismo.
«Pasó lo mismo en las escuelas donde eran difamados, violentados y buleados.
Después llegaron los refugiados de El Salvador, de Centroamérica, se instalan principalmente en California y comenzaron a organizarse para poder defender su orgullo, de ahí es cuando nacen ‘Las Maras’, el ‘Barrio Southern’ y otros», dijo.
Por ser ciudad de un estado fronterizo, hasta el 2005, en Hermosillo todavía eran muy identificables las pandillas, destacó, ya que implementaban modas, vestimentas, cintos, colores, códigos, grafittis, canales de comunicación y también se consideraban como grupos delictivos.
«Del 2005 en adelante entra la música electrónica y empezaron a realizarse los famosos ‘rave’, y ahí es cuando llegó una nueva droga a la ciudad, como las pastillas sicotrópicas, el éxtasis, las tachas y muchas otras sustancias que los mismos miembros y rivales empezaron a consumir.
«Fue cuando empezó a pasar esto: Las pandillas empezaron a vender droga y como era tan adictiva, no les convenía estar enojados con el barrio contrario y les empezaron a vender drogas, lo que se convirtieron en clientes y comenzaron a cuidar el negocio», dijo.
Los miembros de las pandillas siguieron formando grupos, señaló, pero ahora defienden su territorio de venta de drogas, por lo que surgió la necesidad del uso de armas, convirtiéndose así en un campo de mayor peligro e incontrolable.
¿CÓMO SON?
Las pandillas generalmente se conforman por grupos de adolescentes que tienen en común la necesidad de pertenecer a algo, destacó el sicólogo Adrián Chávez Cuevas.
El consultor del Programa de Orientación Sicológica de la Universidad de Sonora explicó que las pandillas de alguna manera reemplazan la necesidad de los adolescentes y les hacen sentir protección, cuidados y el «amor» que en sus hogares no existen.
«Lo que hace la pandilla es brindar esa sensación de pertenencia», explicó, «los hace creer que los entienden, los miembros se escuchan y se apoyan, porque no están integrados a una familia o no hay una unión familiar, no hay una serie de condiciones para que el adolescente sienta que pertenece ahí, no encaja».
El consumo de drogas en las pandillas es común, indicó, ya que es parte de poder olvidar los problemas, de afrontar la vida difícil que pudieran estar teniendo en su entorno familiar, como violencia física, sicológica o sexual, y el cobijo de una pandilla termina siendo un recurso con el que sobreviven.
«De alguna forma la pandilla vendría a reemplazar a lo que falta en la familia, en términos afectivos y emocionales, además de que suceden otras cosas como el consumo de drogas, la delincuencia, pelear el territorio, que también es común en las pandillas.
Señaló que el delinquir tiene que ver con dicha problemática, con la ansiedad, depresión, uso de sustancias, problemas de autoestima, problemas familiares que se convierten en problemas de resentimiento y rencor, y quieren hacer que la sociedad pague por eso.
«Manejan mucho esa dinámica. Están resentidos, sienten que se les debe algo porque no les dieron desde niños como otro sentido a su vida y bajo ese sistema muy común en ellos lo que hacen es salir a robar, asaltar y generar problemas», detalló.
El amor incondicional que los padres les brinden a sus hijos será la clave para que éstos sigan el buen camino y eviten caer en el mundo de las drogas, las pandillas y la delincuencia, manifestó la activista Francis González «Mamá Chola».
Resaltó que la falta de oportunidades para los jóvenes ha sido el detonante para que sigan en el «mal camino», y la solución está en las manos de los padres de familia, de las autoridades y de la misma sociedad.
«Si te acercas a los jóvenes y platicas con ellos, te das cuenta de que en algún momento tuvieron sueños y esos sueños se desvanecieron por la falta de oportunidades, eso es lo que nos hace falta, más oportunidades para ellos para que no sigan en las calles.
«También nosotros tenemos que hacer nuestra parte como sociedad, al menos yo lo estoy haciendo, yo me voy directo a ellos y los ayudo a hacer lo que quieran hacer en los talleres de panadería, repostería, belleza y peluquería», indicó.
El sicólogo Adrián Chávez Cuevas añadió que es vital que los padres de familia eleven el autoestima de sus hijos al demostrarles amor y afecto.
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