La descomposición y recomposición del Cártel de Sinaloa, la organización del narcotráfico más poderosa y antigua de México, podría ser una de las primeras consecuencias del juicio contra “El Chapo” Guzmán que arrancó ayer en Estados Unidos.
Si, como todo apunta, Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán Loera, los dos compadres y capos sinaloenses, cabezas visibles de ese grupo delincuencial comienzan una guerra entre ellos, el resultado podría ser el incremento de la violencia en el occidente y norte del país, donde tiene su mayor influencia el cártel.
Las declaraciones hechas ayer de la defensa de “El Chapo”, en los primeros alegatos ante el juez, en las que ubican como “líder principal” del cártel al “Mayo” Zambada y aseguran que Ismael se confabuló con los gobiernos de México y EU “para incriminar a Joaquín Guzmán como líder del Cártel”, además de los señalamientos del abogado Jeffrey Litchman de que “el actual y el previo presidente de México (Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón) recibieron millones de dólares en sobornos” de parte de Zambada para evitar su captura durante los dos últimos sexenios, representa la confirmación de que la estrategia principal para la defensa de “El Chapo” será acusar a su compadre de ser la cabeza principal del grupo.
Eso hace pensar que “El Chapo” y sus abogados saben ya que el hijo de Ismael Zamada, Vicente Zambada Niebla “El Vicentillo”, será uno de los principales testigos que acusarán a Guzmán, además de Dámaso López “El Licenciado”, antiguo lugarteniente de “El Chapo” y quien lo ayudara a escapar del Penal de Puente Grande, en 2001.
Si los Zambada se acogieron al programa de “testigos protegidos” como se especula por la condena mínima de 10 años que recibió “El Vicentillo”, entonces es un hecho que la alianza entre los socios y compadres de Badiraguato se terminó y que a la guerra judicial podría venir otra por los territorios y negocios de cultivo y trasiego de drogas que maneja el cártel sinaloense.
Y en esa guerra, sobre todo en los testimonios y alegatos que se escucharán durante el juicio, los nombres de políticos mexicanos no van a faltar.
La mención ayer de dos presidentes, Peña y Calderón, como receptores de “sobornos millonarios” de “El Mayo”, fue hecha por el abogado Litchman sin ninguna prueba y de inmediato desmentida tanto por el vocero presidencial Eduardo Sánchez, como por el propio Calderón.
Sin embargo, lo que es un hecho irrebatible es que ni en el sexenio de Calderón, ni en el actual, se capturó jamás a Ismael “El Mayo” Zambada, ni se supo de operativos o labores de inteligencia para lograr su detención.
¿Por qué a Joaquín Guzmán sí lo pudieron recapturar dos veces en el gobierno peñista, tras sus dos fugas espectaculares en 2001 y 2015, y por qué a Zambada o a otro misterioso líder del Cártel de Sinaloa como Juan José Esparragoza “El Azul”, cuya muerte no ha sido confirmada oficialmente, nunca estuvieron ni siquiera cerca de atraparlos?
Por ahora, en plena transición de gobierno, la posibilidad de que la guerra entre “El Mayo” y “El Chapo” pase de las audiencias judiciales a varias ciudades mexicanas es real, y no se ve cómo, al menos en estos 15 días que restan para el cambio de gobierno, alguien active un plan de alerta en Sinaloa, Sonora, Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Durango y Coahuila, estados donde operan células del Cártel de Sinaloa.
¿Estamos preparados para una guerra entre los compadres?
fuente.-Salvador Garcia Soto/ / valor tamaulipeco
(imagen/internet)
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