Ciudad de México.- En medio del horizonte político en el que la transparencia y la equidad son promesas constantes, surge un perturbador entramado de corrupción que se despliega en las entrañas mismas de la Secretaría de Marina-Armada de México (SEMAR).
Detrás de las apariencias de integridad y servicio público, se revela una red cuidadosamente tejida por el ingeniero naval Octavio Pérez Salazar, estrecho confidente del Almirante Secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán, y operador financiero de Marcelo Ebrard Casaubon, una figura destacada en las filas de Morena y aspirante a la candidatura presidencial.
En un relato que parecería extraído de una novela de suspense, Pérez Salazar, quien dejó atrás su rol en la milicia para embarcarse en funciones civiles, se encuentra en el epicentro de un vendaval de controversia. Bajo su influencia, aviones propiedad de la SEMAR son utilizados de manera insólita, como taxis personales para sus escapadas de placer.
Sin embargo, esto solo destapa la punta del iceberg; Pérez Salazar es el verdadero titiritero detrás de una maraña de negocios turbios en el sector del GAS LP e hidrocarburos, operando en complicidad con altos mandos dentro de la propia SEMAR.
La aparente misión de salvaguardar la seguridad nacional y la protección marítima, pilares fundamentales de la SEMAR, se desdibuja en el oscuro trasfondo de esta intriga.
Contratos millonarios, otorgados sin pasar por el filtro de licitaciones transparentes, han sido firmados con empresas selectas, todas con estrechos vínculos con Pérez Salazar y sus cómplices. El Almirante Ojeda Durán, una pieza crucial en esta maquinación, no solo ha dado luz verde a estas operaciones, sino que además parece estar inmerso en las artimañas.
Una densa capa de impunidad se posa sobre este complejo tejido de engaño y manipulación. A pesar de la denuncia presentada el pasado 10 de marzo acerca del uso indebido de aeronaves pertenecientes a la Armada de México, las acciones concretas han brillado por su ausencia hasta el momento.
Sorprendentemente, la autorización para emplear una de estas aeronaves provino directamente del Almirante Padilla Olmos, Jefe del Estado Mayor General de la Armada, lo que suscita dudas sobre el nivel de conocimiento y participación en estas maquinaciones irregulares.
La gran pregunta que flota en el aire es si el presidente López Obrador, quien ha abanderado la lucha contra la corrupción, estaba genuinamente al tanto de esta tela de araña tejida con influencias y beneficios personales.
¿La Secretaría de la Función Pública (SFP) permanecerá firme en medio de este escándalo?
¿Hacia dónde apuntará su mirada la Fiscalía General de la República (FGR) frente a los múltiples contratos otorgados sin pasar por licitaciones transparentes, un distintivo claro de esta operación corrupta?
Mientras México aguarda ansioso por respuestas, la sombra de la corrupción parece acrecentarse, dibujando un panorama sombrío sobre las instituciones encargadas de salvaguardar el bienestar nacional.
La urgencia de una respuesta enérgica y medidas que restauren la confianza en el sistema se torna más apremiante que nunca. Una vez más, la lucha contra la corrupción se erige como un reto ineludible y crítico en la búsqueda de una verdadera transformación para el país.
Descubre más desde México Rojo
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.