Antonio se bajó del carro con la sangre que le corría en el pecho, llegó hasta donde estaba un policía para contarle que los balazos se escucharon cuando trató de huir para proteger a sus niños, quienes aguardaban en la cabina, le suplicó ayuda y después murió.
Las ambulancias abrieron paso durante media hora por la ciudad hasta llegar a un hospital; posteriormente, mientras decenas de corredores y autoridades amanecían en un maratón internacional, ya por la mañana, los médicos anunciaron la muerte de Gael.
«Aún no puedo creerlo, no lo asimilo porque él no lo merecía y aún no era su momento de partir, tenía un futuro brillante y mil sueños por cumplir que le fueron arrebatados en un abrir y cerrar de ojos. No es justo que esta guerra les arrebatara la vida a él y a su papá, no es justo que su hermano Alexander se encuentre entre la vida y la muerte, no es justo que su mamá se parta en dos para velar a su esposo e hijo y para cuidar a su otro hijo en el hospital. No es justo y no lo acepto».
La muerte de Gael partió el corazón de la maestra, de sus compañeros y de la ciudad entera, que ha visto desde el 9 de septiembre cómo dos grupos criminales del Cártel de Sinaloa (CDS) se ensañan en una guerra por el territorio.
Se ha perdido la ciudad, se ha perdido la noche.
Desde esa fecha dejó de haber fiestas, convivios y el espacio público ya no es propio. Han cerrado los restaurantes a donde se guarecía la población por las noches, cuando menguaba el calor que es prácticamente casi todo el año y los salones nocturnos y todo lo que hacía olvidar que esta ciudad tiene de malo.
Apenas se asimilaba la rabia por la muerte de Gael y por la noche del martes pasado ya se conocía también que Alexander falleció.
«Tenemos muchos meses con un estado de Sinaloa secuestrado, con un Culiacán secuestrado, viviendo una violencia intermitente, yendo a trabajar con miedo y hoy llegó a un punto que es muy difícil de superar», dijo Víctor Manuel Aispuro, director de la escuela Sócrates en donde estaba inscrito Gael.
«Atacaron lo que más queremos, que son los niños, y nos duele mucho, hay una familia consternada, el mismo Gael fue alumno nuestro y luego Alexander que lamentablemente perdió la vida. Es un gobierno inepto, omiso, que ignora, que lastima y yo le digo a los compañeros y padres de familia que esta vez fueron los hijos, el padre de una familia, un sobrino, pero el día de mañana pueden ser nuestros hijos».
‘Tenía vidrios polarizados’, dice SSP
Óscar Rentería Schazarino, Secretario de Seguridad Pública en Sinaloa, dijo apenas la tarde del miércoles que los asesinatos ocurrieron porque los vidrios del vehículo en el que viajaban estaban polarizados.
-«(El vehículo) tenía los vidrios polarizados», señaló a medios de comunicación.
¿Dice que los criminales los atacaron porque no alcanzaron a verlos?, preguntó un periodista.
«Sí, no alcanzaron a verlos», respondió.
Fue prácticamente como decir que aquellos carros con vidrios polarizados corren más riesgos. No hay un censo, pero el Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública prevé que por lo menos 4 de cada 10 vehículos tiene vidrios teñidos para evitar los fuertes rayos del sol.
Fue un ataque contra Antonio y sus hijos. Antonio fue un hombre que trabajaba en la empresa inmobiliaria IMPULSA, de la familia Clouthier Carrillo, una de las empresas más importantes en el desarrollo de vivienda en Sinaloa.
Gael y Alexander fueron niños que ya no llegaron a los brazos de mamá, pero sí fueron testigos de cómo la violencia criminal se ha apoderado de toda la ciudad.
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