WASHINGTON — Kilo por kilo, las armas más mortíferas de todos los tiempos no son nucleares, sino biológicas. Si se distribuyen de manera eficaz, poco menos de 4 litros de ántrax maligno podrían acabar con la vida en la Tierra.
Aun así, el gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, ha puesto muy poca atención en el desarrollo de armas biológicas por parte de Corea del Norte, una amenaza que, según analistas, es más inmediata que sus armas nucleares, tema sobre el que Pionyang y Washington han estado hablando durante más de seis meses.
De acuerdo con un análisis emitido por el Instituto de Estudios Internacionales de Middlebury en Monterey el mes pasado, Corea del Norte está colaborando con investigadores extranjeros para aprender habilidades biotecnológicas y construir maquinaria. Como resultado, la capacidad del país en la materia está creciendo rápidamente.
“Es mucho más probable que Corea del Norte utilice armas biológicas que nucleares”, dijo Andrew C. Weber, funcionario del Pentágono a cargo de programas de defensa contra ataques químicos y biológicos durante el gobierno del presidente Barack Obama. “El programa es avanzado, subestimado y altamente letal”.
Corea del Norte quizá quiera amenazar con un contrataque devastador de gérmenes como una manera de mantener a raya a sus agresores. De ser así, sus armas biológicas serían un poderoso elemento disuasivo.
No obstante, a los expertos también les preocupa la ofensiva con ataques y agentes de letalidad inusual, sobre todo el virus de la viruela, que se transmite de persona a persona y mata a un tercio de sus víctimas. Los expertos han sospechado desde hace mucho que Corea del Norte almacena el germen de la viruela, que en 1980 fue declarada erradicada de las poblaciones humanas.
Lo peor, dicen analistas, es que hay imágenes satelitales y vigilancia digital en torno a Corea del Norte que sugieren que Pionyang recientemente se ha interesado en biotecnología y avances en materia de gérmenes. En 2015, los medios estatales mostraron a Kim Jong-un, el líder del país, recorriendo una planta biológica, un momento que tenía ecos de su propaganda nuclear.
Sin embargo, comparadas con las armas tradicionales, las amenazas biológicas tienen una serie de particularidades perturbadoras: la producción de gérmenes puede llevarse a cabo a pequeña escala y es mucho menos costosa que la creación de armas nucleares. Los microbios mortíferos pueden lucir como componentes inofensivos de las vacunas o del trabajo agrícola. Además, las armas biológicas son difíciles de detectar, rastrear y contener.
El gran hermetismo de Corea del Norte hace difícil evaluar la amenaza y saber cuál es el nivel de sofisticación con el que cuentan. Actualmente es posible que no haya armas biológicas en el país, sino solo investigación, prototipos, pruebas humanas y la capacidad de comenzar una producción industrial.
Aun así, Anthony H. Cordesman, exfuncionario de inteligencia del Pentágono que ahora forma parte del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, dijo que Corea del Norte “ha tenido grandes avances” en todos los aspectos técnicos necesarios para la producción de un gran arsenal microbiano.
En informes no clasificados, el gobierno de Trump ha aludido al programa de armas biológicas de Corea del Norte en términos ambiguos. El presidente Donald Trump no abordó el tema de las armas biológicas durante su reunión con Kim en Singapur, según funcionarios estadounidenses.
El siglo pasado, la mayoría de los países que fabricaban armas biológicas terminaron rechazándolas por ser poco prácticas. Un viento caprichoso podría transportar agentes mortíferos de regreso a quienes los hubieran lanzado e infectarían a sus soldados y sus ciudadanos. Estados Unidos renunció a su arsenal en 1969.
No obstante, dicen los analistas, la revolución genética hoy podría provocar que las armas biológicas sean más atractivas. Se considera la posibilidad de fabricar patógenos modificados que se transmitan a más velocidad, infecten a más personas, sean resistentes al tratamiento y ofrezcan mejores estrategias de focalización y contención. De ser así, Corea del Norte podría estar a la vanguardia.
Los informes técnicos de las fuerzas militares surcoreanas han identificado a por lo menos diez centros en el país que podrían participar en la investigación y la producción de más de una decena de agentes biológicos, entre ellos los que causan la plaga y las fiebres hemorrágicas.
Varios desertores norcoreanos de las fuerzas militares han obtenido resultados positivos en las pruebas de anticuerpos de viruela, lo cual sugiere que estuvieron expuestos al virus mortífero o fueron vacunados contra este, de acuerdo con un informe del Centro Belfer para la Ciencia y los Asuntos Internacionales de la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard.
La viruela cobró la vida de quinientos millones de personas antes de que fuera erradicada. Actualmente, pocas poblaciones están vacunadas contra el virus.
Desde hace tres años, Amplyfi, una firma de inteligencia estratégica, detectó un aumento drástico en las búsquedas web de Corea del Norte para el término “resistencia antibiótica”, “materia oscura microbiana”, “proteína Cas”, y otros similares, lo cual sugiere un interés creciente en cuanto a la investigación genética y microbiana avanzada.
De acuerdo con el análisis del Instituto Middlebury, por lo menos cien publicaciones de investigación que fueron escritas en conjunto por científicos extranjeros y norcoreanos tienen implicaciones para propósitos militares, como desarrollar armas de destrucción masiva. Las colaboraciones quizá violen las sanciones internacionales.
Joseph S. Bermudez Jr., analista de las fuerzas militares norcoreanas, dijo que es muy probable que Corea del Norte ya haya experimentado con la modificación genética que podría mejorar las bacterias y los virus.
“Se trata de científicos y a ellos les encanta experimentar”, comentó.
Las preocupaciones de Occidente respecto del programa de Corea del Norte aumentaron en junio de 2015, después de que Kim posara con una bata blanca y los brazos extendidos hacia un nuevo equipo de laboratorio, al lado de funcionarios y científicos de las fuerzas militares en un centro de pesticidas con apariencia moderna llamado Instituto Biotecnológico.
Se dice que la planta ya produce pesticidas. Las fotografías mostraron enormes fermentadores para cultivar microbios, así como secadores por pulverización que pueden convertir las esporas bacterianas en un polvo lo suficientemente fino para ser inhalado. Kim estaba feliz.
Melissa Hanham, una académica que identificó el potencial dañino del sitio, dijo que los números de los modelos de los equipos mostraban que Corea del Norte había obtenido la maquinaria evadiendo sanciones, lavando dinero, creando empresas fantasmas o sobornado a gente para comprarla en el mercado negro.
Dijo que las pruebas sugieren que Corea del Norte logró construir una planta agrícola al parecer inofensiva que podría readaptarse en cuestión de semanas para producir esporas deshidratadas de ántrax maligno.
Los estadounidenses experimentaron la gravedad de las armas biológicas en 2001, cuando una cucharada de polvo de ántrax maligno, enviada en unos cuantos sobres, asesinó a cinco personas, enfermó a diecisiete más y desencadenó una ola de pánico en todo el país. Las esporas provocaron que se cerraran las oficinas del Congreso, la Corte Suprema y gran parte del sistema postal; la limpieza tuvo un costo de casi 320 millones de dólares.
Los presupuestos federales destinados a biodefensa aumentaron después de los ataques, pero han disminuido en los últimos años.
Aun así, en la península coreana, los soldados se preparan para un ataque norcoreano. De acuerdo con el informe de Belfer, las fuerzas estadounidenses que se encuentran en Corea desde 2004 han estado vacunándose contra la viruela y el ántrax maligno.
Hace poco, los ingenieros del ejército aceleraron la detección de agentes biológicos de días a horas a través del proyecto Jupitr (sigla de Portal de Corea de las Fuerzas Conjuntas de Estados Unidos y Reconocimiento de Amenazas Integrado), dijo una portavoz del Departamento de Defensa.
Después de una solicitud por parte del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes, el contralor general de Estados Unidos actualmente está evaluando la preparación de las fuerzas militares en materia de ataques microbianos.
“Si eres un país que se siente generalmente superado en cuanto a las armas convencionales”, dijo Hanham, un microbio letal como el ántrax maligno podría parecer una buena manera de “crear una cantidad de daño impresionante”.
Un ataque como ese podría maximizar el número de muertes, comentó, mientras aterroriza a la población no infectada. Para Corea del Norte, agregó Hanham, “ese sería un objetivo doble”.
Fuente: nytimes.com
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